The other day I wrote an essay for my Spanish class. It was that essay which gave me the idea for the blog about trademarks and names. I got the corrected essay back today and there were few enough mistakes for me to bother to correct them on my original. So here, for my two or three bilingual readers, is my attempt at complaining, hopefully in a light hearted way, about a few things Spanish. Nothing new in the content but waste not, want not, as my old uncle used to say - that was before he was dead of course.
Cuando vivía en Ciudad Rodrigo buscaba el lavavajillas en un supermercado pero no puede encontrarlo. -Perdona, ¿dónde esta el lavavajillas, por favor?-pregunté a un reponedor- El mistol está cerca de los congeladores, al fondo -me dijo. Fue la primera vez que escuché este sobrenombre para el lavavajillas. A veces, en Inglaterra lo llamamos Fairy Liquid pero, normalmente, utilizamos un genérico – washing up liquid – detergente para fregar platos. Ya sé que hay muchas cosas que tienen estos sobrenombres – supongo que minipimer, kleenex, danone y los demás no son exactamente sobrenombres, no es como llamar a los Ecuatorianos “Panchitos” por ejemplo, ni es exactamente un neologismo como wasapear o sexting. Sobrenombre servirá. Y por eso, por el uso de este nombré en aquel supermercado, compré Mistol por la primera vez. Me gusta, es un detergente bastante fuerte y tiene una gama de olores y colores. Pero una pregunta ¿por qué tienen las botellas ese pico tan gordo? Creo que es un pequeño timo, una estrategia de marketing, para que despilfarre el costoso líquido. Pensé en ello la última vez que estuve en un supermercado y compré Fairy – este sí tiene un pico del tamaño adecuado.
Me gusta otro líquido que hay en España – el café. En la mayoría de los sitios el café está muy bueno. Es un placer sentarte en un bar, pedir un café y mirar todo el mundo pasar frente a mís ojos. Pero soy inglés. Levantamos un imperio sobre el té, pues, claro té, gin tonic y una marina poderosa, y de vez en cuando quiero tomar un té fuera de casa. Los Turcos, los Chinos, los Árabes, hasta la mitad del mundo, tienen sus ideas sobre el té. Nosotros también. Y nuestra idea no tiene nada que ver con el té español. Nos gusta una variedad de té que se llama Broken Orange Pekoe – es un tipo de té negro. Normalmente lo tomamos con una gotita de leche y, quizá, azúcar pero, claro para gustos los colores. Lo hacemos con agua hirviendo y la mezcla necesita tres o cuatro minutos para extraer todo el sabor de las hojas sagradas antes de añadir la leche. Los españoles saben mucho sobre comida y bebida, son dueños de una gastronomía impresionante, pero no tienen ni idea sobre el té. Lo hacen con agua templada, creen que se puede calentar el agua en un microondas, los peores, las más canallas, ponen el sobre en agua fría y calientan el agua con el sobre dentro. Muchos ponen leche caliente y, de vez en cuando te sirven un té que parece un café largo de leche o un cola-cao - un líquido pálido, débil, un candidato ideal para la guadaña - demasiado débil para seguir vivo. No; los españoles no saben nada sobre el té y cuando no me apetece un café en un bar o restaurante no me queda otra opción:-ponme (no nos gusta la deferencia de usted) una copa de Magno, por favor- ah, sí, los españoles saben mucho sobre el brandy.
A todo el mundo le gusta hablar. Es muy natural, y aquí a los nativos les gusta preguntar sobre todos los detalles. No importa que haya un folleto, una hoja informativa, una octavilla o un cartel, colgada en la pared, con toda la información. Para los españoles preguntar y pedir es un deporte nacional. Es tan natural que sirve de excusa a los maleducados - las personas que se saltan la cola y dicen, como explicación de todo, -solo una pregunta.... -está perdonada por toda la cola desesperada sin remilgos. Nosotros somos distintos. Somos bastante tímidos en este asunto, tenemos nuestras costumbres. No nos gusta molestar a una persona, no queremos hacer perder el tiempo a los demás con tonterías. Por eso, habitualmente, preferimos leer la información. Un ejemplo muy cotidiano sea en un bar o restaurante, es: -Hola, buenos días, ¿tienes una lista de tapas o una carta, por favor? -Vale, señores, hoy tenemos un guiso de ternera estupendo, un arroz meloso muy rico, una lubina de primera -etcétera. Creo que para muchos restaurantes sería un pecado capital, peor que la lujuria o la gula, tener una carta escrita. De vez en cuando sí, hay una carta. -Pues,vamos a tomar cuatro croquetas de jamón, unos chopitos, las almejas...... -Lo siento no quedan ni chopitos ni almejas y las croquetas son de morcilla pero tenemos un guiso de ternera estupendo, un arroz...-. Pero mis favoritos son los eventos. -Eh, Chris, aquí hay un cartel que dice que hay fiestas patronales en el quinto pino, -ah, sí, y ¿cuándo son? -Uff, no lo sé, no hay ninguna fecha. O -Eh, Chris, aquí hay un cartel que dice que habrá un circo en el pueblo -ah, sí, y ¿dónde estará? -Dice que está en el sitio de siempre. Supongo que todo el mundo, todo el mundo español, sabe cuál es el día de cada santo y cuáles son sus fechas o cuál es el sitio de siempre, pero yo no. Claro, no me queda otra opción - al bar. -Camarero, -¿Sí, señor, en qué puedo servirle? -Bueno no he podido encontrar ni las fiestas ni el circo y, en este momento, no me apetece un café, por favor, ponme una copa de Magno.